Te has quedado de piedra con el título, que lo sé yo. ¿Has visto qué juego de palabras? ¿Qué dominio de la lengua de Shakespeare?
Vale, vale, ya paro! |
Volviendo al tema que hoy nos ocupa, todo el mundo sabe que hace una semana se lanzó el videojuego Pokémon Go. En nuestro país aún no está disponible para su descarga legal, pero eso no ha impedido que mucha gente consiga el juego por vías alternativas (¿eh, pillines?).
¿Resultado? Pokémon en tu casa, en el parque, en la depuradora de aguas, en la playa, en la sartén y, por supuesto, en los memes. ¿Qué sería de nuestra vida sin memes? Ni lo sé ni quiero saberlo, la verdad.
El caso es que Pokémon Go se ha extendido como una plaga, y de esto que estaba yo navegando por la red cuando me crucé con el siguiente tuit:
Por seguir un poco la broma, intenté imaginar cómo empezaría esa hipotética novela:Pokémon Go me recuerda a la típica novela de ci-fi mala que te cuenta un cambio social rapidísimo e imposible para justificar su mundo.— Vimes Lamemedias (@ComandanteVimes) 12 de julio de 2016
En ese momento, me di cuenta de que tenía que escribir, como mínimo, un relato partiendo de esa premisa. Prefiero no pensar en el modo en que esto pueda afectar a mi trayectoria como escritora, pero el caso es que ¡he escrito el relato! ¡Y aquí lo tienes!"Cuando quisimos darnos cuenta, Pokemon era el gobierno" https://t.co/hSdWpoKufW— Enerio Dima (@Enerio_Dima) 12 de julio de 2016
Básicamente, es un compendio de los tópicos más sobaos de la literatura de ciencia ficción pero, ¿a quién no le gusta reírse de sí mismo de vez en cuando? Sin más preámbulos, os dejo con el infame relato:
"Pokémon Go wrong"
Cuando
quisimos darnos cuenta, Pokémon era el Gobierno.
No
sé si fue algo planeado o simplemente surgió. La gente pensaba que
solo era un videojuego. Ojalá. La plaga se extendió rápido, no
pasó mucho tiempo hasta que dieron el salto al mundo real.
Nunca
debimos dejar que llegaran al poder. Llevábamos meses de vacío en
España. Las elecciones se sucedían sin que esos malditos
chupópteros se pusieran de acuerdo. Podríamos haber tenido un
Gobierno del cambio, pero Pablo votó no. La gente esperaba que un
partido apareciera de la nada y nos salvara de la anarquía. Debí
haber imaginado que sería el PaPo, el Partido Pokémon, el que
arrasaría.
Solo
han sido cinco años desde que llegaron, pero todo ha cambiado. Paseo
por la calle y todo lo que veo son cabezas agachadas. Esos móviles
sorbiendo los cerebros de mis compañeros de especie mientras el
PaPo hace y deshace a su voluntad. Están por todas partes, pero es
imposible verlos si no es a través de una pantalla. Yo me mantengo
alejado de los teléfonos, no les dejaré entrar en mi cabeza.
Me
acuerdo de la primera vez que un niño se cruzó en mi camino y me
empujo, gritando:
—¡Señor,
deje paso! ¡Hay un Hitmonchan detrás de esos arbustos!
—¡Tu
Hitmonchan me come los huevos! —creo que contesté.
Cuando
yo era niño, nosotros cazábamos a los Pokémon. Hazte con todos,
decían. Ahora, los Pokémon nos cazan a nosotros. Soy el único que
se ha dado cuenta, el único que resiste al control de las criaturas.
Mi
habitación está tan vacía como siempre desde que Lucía se fue.
Esa... No. Me he prometido no insultarla más. El psicólogo me lo
recomendó. Aunque, claro, fíate tú de ese matasanos. Solo quiere
llenarme de pastillas para que deje de pensar en la invasión
silenciosa que vivimos. Él también ha caído.
Llevo
sin ver a Lucía desde que me dejó para irse con aquel informático.
Esos sí que saben cómo conquistar a las mujeres, solo tuvo que
decirle que tenía incienso ilimitado. Al momento ella me dejó,
aunque yo le había comprado un ambientador “brisa oceánica” esa
misma semana. ¿Por qué prefirió el incienso a la brisa del mar? No
hay quién entienda a las mujeres. El mundo se va a la mierda.
Me
pongo la camiseta que menos apesta. No me acuerdo de la última vez
que puse la lavadora. ¿A quién le importa? Por el camino al bar voy
esquivando a todos esos zombies que no separan la vista de sus
pantallas. Me entran ganas de tirarles los móviles al suelo, de
gritarles que abran los ojos, pero no lo harán.
Apoyado
en la barra espera Fran, el único amigo que me queda. Me siento a su
lado y pido una caña.
—¿Cómo
te va, viejo amigo? —pregunto.
—Pues
aquí, tomando algo. ¿Qué tal tú?
—Esta
noche he vuelto a soñar con ella. En mis sueños siempre se le ha
acabado la batería del móvil y vuelve a hablarme.
—Sí,
bueno, hablando de eso. ¿Quieres ver el nuevo móvil que me he
comprado?
—¿Tú
también? Ya te he explicado un millón de veces que así es como los
Pokémon nos controlan.
—No
sé, creo que exageras un poco, ¿no?
—Los
Pokémon me quitaron a Lucía.
—¿Pero
Lucía no te pidió el divorcio después de que te gastaras su sueldo
en un casco anti wi-fi?
Ya
es demasiado tarde para Fran. Los Pokémon se lo han llevado a él
también. Sabré yo por lo que me dejó mi mujer. Mi amigo jamás
habría dicho algo así. Él sabe la verdad, pero la ha olvidado.
Todo el mundo se ha olvidado.
Miro
la televisión. Va a empezar la rueda de prensa semanal al Presidente
Jigglypuff. ¿Cómo llegó a ser presidente un ser que solo puede
manifestarse a través de nuestras pantallas? Hay quien dice que todo
son ventajas, porque no gastamos nada en seguridad ni en alojamiento. Yo creo que es
nuestro Gran Hermano, siempre alerta.
Ojalá
hubiese podido escuchar uno solo de sus discursos sin dormirme. Al
menos así sabría por qué la gente lo votó. Es parte de su
estrategia, nos duerme a todos para no tener que rendir cuentas a
nadie. Salgo del bar a toda prisa, antes de que me afecte. No quiero
participar de esta merma.
Las
calles están vacías ahora. Todo el mundo está pendiente de sus
pantallas, escuchando al presidente. El PaPo se lo ha llevado todo.
—Tú
también caerás —Me giro al escuchar esa voz, pero no hay nadie
hablando. Estoy tan solo en la calle como antes—. Estoy aquí,
idiota.
Me
acerco al escaparate de la tienda de electrodomésticos. En una
televisión hay uno de esos monstruos, un gato cabezón con una
moneda en la frente.
—Los
Pokémon no hablan —respondo. Por fin han conseguido volverme loco.
—Estamos
aprendiendo. Nuestro plan es sustituir a los humanos, pero para eso
nos tenemos que librar de ti primero. Vigila tus espaldas.
—No
lo permitiré.
—Nadie
va a creerte.
—Ya
veremos.
La
criatura salta de pantalla en pantalla maullando hasta desaparecer.
Una muchacha me aparta de un empujón, corriendo con el móvil en
alto.
—¿Por
dónde se ha ido el Meowth?
Camino
sin responder. No se creerá que me importa lo más mínimo a dónde
vaya ese monstruo.
Una
idea fugaz atraviesa mi cabeza. De repente, tengo claro lo que tengo
que hacer. Nadie se ha atrevido hasta este momento, pero será lo que
hace falta para liberar a la humanidad.
Vuelvo
a la tienda de electrodomésticos, pero esta vez paso y compro un
teléfono de última generación. El juego ya está instalado. Me doy
asco a mí mismo, pero no me queda otra opción. No puedo caer.
Dirijo
mis pasos hacia el Congreso. Las puertas acaban de abrirse, pero no
hay nadie. Levanto el teléfono y veo a todos los miembros del PaPo
saliendo del edificio. Algunos vuelan, otros se arrastran. Hablan en
esa extraña jerga que solo ellos entienden.
Por
fin lo veo. Esa cabeza redonda y esos ojos verdes son inconfundibles.
Me acerco corriendo hasta nuestro presidente y lanzo la pokéball.
Las bestias enmudecen mientras su líder desaparece dentro de mi
teléfono. Empiezo a reír como un loco. ¡Lo he capturado!
Se
oyen gritos detrás de mí. La policía viene a detenerme. Van a
matarme por esto, pero he ganado.
Me
levanto empapado en mi propio sudor. Mi pecho sube y baja al ritmo de
mi desbocada respiración. ¿Qué ha pasado? Miro la fecha en el
despertador. Es el 6 de julio de 2016. Nada de lo que he soñado es
real. Solo ha sido una pesadilla.
En
la cocina, Lucía está sentada desayunando. Tiene el móvil en la
mano.
—¿Quieres
dejar ya esa tontería? —le digo— Antes compartíamos momentos,
ahora solo compartes archivos.
—Ay,
no seas pesado. Estoy descargando un nuevo juego. Pokémon Go.
Me has dejado con todo el hype de qué pasa después :D Pero está muy bien así, me ha gustado :)
ResponderEliminarMe alegro! :D
EliminarAy, jo, qué bueno. Ideal para pasar el rato y reírse un poco del presente. Pues oye, aprovecha y difúndelo a ver si se hace viral...
ResponderEliminarPues en proporción a las visitas habituales del blog ha tenido muy buena acogida, a lo mejor tengo que hacer más cosas así!
Eliminar¿Pero porque los pokemones iban a querer sustituirnos? El mundo 2D es mucho mejor.
ResponderEliminarP.D. Todos los politicos son jigglypuff.
Pues por pura supervivencia! Si no necesitan a los humanos, somos un peligro para ellos xD
EliminarMe ha gustado. Interesante, divertido, bien hilado.
ResponderEliminarLa parte del casco antiwifi me ha parecido particularmente graciosa.
Un saludo.
Muchas gracias! :)
Eliminar"¿Cómo llegó a ser presidente un ser que solo puede manifestarse a través de nuestras pantallas?"
ResponderEliminarXDDDD
Una duda...: Si los pokemon no hablan, ¿cómo hace los discursos el presidente? ¿Telepatía? Da mucho juego la distopía, aunque la realidad puede acabar superando a la ficción XD
Muchas gracias por tu comentario! Pues la clave está en que el Presindente es un Jigglipuff y cuando habla todo el mundo se duerme, así que nadie sabrá jamás de lo que ha hablado!
EliminarSiempre certero, el roto.
ResponderEliminarMe ha gustao =D
Gracias! :)
Eliminar¡Malditos pokemon! Tiene todo el sentido que el presidente sea Jigglipuff, la verdad. ¿Estamos seguros de que nuestro presi no ha sido sustituido ya por uno? Mi parte favorita es el motivo por el que le dejó Lucía, me gusta mucho cómo has utilizado el narrador no fiable.
ResponderEliminarDicho esto, creo que voy a desinstalar Pokémon Go del móvil ya mismo...