¿A quién no le gusta una buena ensalada? (Un incómodo silencio se apodera de la sala). Veamos, entiendo que mucha gente le tenga ojeriza a estos platos si tenemos en cuenta que en España lo típico es poner en una fuente cuatro hojas de lechuga con tomate, aceite, sal y poco más. ¿A quién puede gustarle eso? A mí, desde luego, no.
Esta ensalada que ahora enseño no solo es deliciosa (¡Eh, tú! ¡Deja de reírte!), sino que además es muy completa y aporta mucha variedad de nutrientes. ¿Cómo es ésto, te dirás, si es un plato 100% vegetal? Yo te cuento:
Más o menos, todo el mundo sabe que los grandes grupos de alimentos (pescado, carne, cereales, lácteos...) nos aportan cosas distintas, pero, ¿y las verduras? Una técnica (orientativa, no científica) es asegurarnos de que nuestras recetas están llenas de colorines. No olvidemos que el color de los alimentos suele ser una pista de qué elementos son más abundantes en su composición, así que podemos ayudarnos de este truco para que no nos falte de nada.
Más o menos, todo el mundo sabe que los grandes grupos de alimentos (pescado, carne, cereales, lácteos...) nos aportan cosas distintas, pero, ¿y las verduras? Una técnica (orientativa, no científica) es asegurarnos de que nuestras recetas están llenas de colorines. No olvidemos que el color de los alimentos suele ser una pista de qué elementos son más abundantes en su composición, así que podemos ayudarnos de este truco para que no nos falte de nada.
Lo que termina de convertir este plato en una comida muy completa es la ración de proteínas que nos aportan la quinoa y las legumbres, además de los hidratos de carbono del maíz.
Puedes preparar una fuente enorme y tendrás para varios días, y puedes tomarla tanto sola de plato principal como guarnición de algún otro plato.
Dicho todo esto, ¡vamos con la receta!